El imbécil maquillador de realidades Kevin Carter Hay muchos tipos de imbécil que me sacan de quicio. Pero hay uno en concreto que hace que de mi cabeza salga humo. Escribo “uno” porque me refiero en genérico, claro está. Porque la imbecilidad, la de toda la vida, no conoce de sexos. Por suerte tampoco de razas o de naciones. Esto se debe a que la imbecilidad, por sí misma, no discrimina. De ello se encarga el imbécil, o la imbécil, que porta en su interior el virus de la imbecilidad. El imbécil sobre el que hoy escribo es el imbécil maquillador de realidades. Me refiero al típico imbécil que observa una fotografía dura, tomada en alguna circunstancia cruda de la realidad, y cree que lo conveniente es censurarla porque es poco ética. Da igual que el fotógrafo se haya jugado la vida o que haya perdido un ojo, una mano o una pierna por mostrar la realidad tal y como es: a veces maravillosamente hermosa, a veces condenadamente monstruosa. En el segundo caso, que también forma parte de la realidad, el imbécil maquillador de realidades siempre se impresionará y acabará por exclamar algo así como :”¡Esto es indecente! ¡Debe ser censurado! ¡No es ético!”. Eso se debe a que el imbécil maquillador de realidades piensa antes con los ojos que con el cerebro. Es algo muy común entre los imbéciles, por si no lo sabían. Una de las claves para descubrir a un imbécil maquillador de realidades es que siempre hará su juicio sobre la fotografía y el fotógrafo, en vez de reflexionar sobre la realidad que se refleja en ella y quienes la han cometido o han ayudado a que se cometa. Para el imbécil maquillador de realidades el fotógrafo siempre será el culpable, no el asesino, el maltratador o el dictador. Y antes de pensar en las razones por las que algo macabro ha sucedido, siempre criticará primero que el fotógrafo haya mostrado la realidad tal y como es. Porque el imbécil maquillador de realidades vive en un mundo ideal en el que los fotógrafos, o fotoperiodistas, no deberían existir. Uno en el que Peter Pan, Heidi y el abuelito viven entre flores de colores mientras cantan todos juntos con saludables voces armoniosas. Uno en el que cuando suceden cosas feas nadie debe contarlas, juzgarlas ni mucho menos fotografiarlas. Qué suerte tiene el imbécil maquillador de realidades de vivir en un mundo tan perfecto. Fotografía Premio Pulitzer 2012 Massoud Hossaini